jueves, 3 de agosto de 2017

Niño y maestro


Si no estoy en contacto conmigo, si no puedo relacionarme conmigo y con los demás, llegaré a un estado de falta de conexión, lo que me provocará un sentimiento de vacío.
Podría intentar llenar este vacío aferrándome a los demás, a las etiquetas, al brillo de lo falso. Pero, no tengo que dejar de ser auténtico con mi yo original y sus cualidades y valores, y seguro que la artificiosidad no penetrará en mi verdad.

Tengo que convertirme en niño y maestro en mi viaje por el camino espiritual. Como un niño, no dejo de ser abierto y confiado, y escucho. Como maestro, aprendo de las experiencias y me doy cuenta de su valor, sin importar el tipo de experiencia de que se trate.

Aprender y soltar el lastre del pasado proporciona una protección real para el yo. Cuando habitamos en un estado de equilibrio entre maestro y niño, nos sentimos plenos. Plenos en el sentido de que nada en la vida es irrelevante, ni es una maldición o una desgracia: todo tiene su significado.

Entonces, aunque nos enfrentemos a un enorme obstáculo, tal vez no nos sintamos en plenitud, pero al menos conservaremos la sensatez porque, cuando tenemos confianza, sabemos que la vida está de nuestro lado y no del lado contrario. Las oportunidades disfrazadas abundan.
B.Kumaris

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