miércoles, 30 de noviembre de 2016

La vacunación es una medida de prevención necesaria para las personas con artritis


  • Tanto por la propia enfermedad, como por los medicamentos con los que se trata la enfermedad, las personas con artritis presentan el sistema inmunológico debilitado. 
  • Sólo las vacunas de virus vivos atenuados están contraindicadas durante el tratamiento de la artritis.
  • “Prevención con vacunas” es el lema de la campaña “Activo frente a la artritis” de noviembre, con en el que ConArtritis pide que se publiquen fotos en las redes sociales con el hashtag #ActivoAR mostrando su apoyo a este colectivo. Esta iniciativa está nominada en los premios Somos Pacientes, en la categoría Campaña en redes sociales, en los que aún se puede votar.


Madrid, noviembre de 2016. En plena época de gripe y con la campaña de vacunación puesta en marcha, desde la Coordinadora Nacional de Artritis, ConArtritis, queremos recordar que las personas con artritis reumatoide, artritis psoriásica, artritis idiopática juvenil y espondiloartritis se encuentran dentro del grupo poblacional al que se le recomienda vacunarse de la gripe, así como de otras enfermedades para proteger su organismo. Con este objetivo la campaña“Activo frente a la artritis, mes a mes” de noviembre se centra en la prevención de ciertas enfermedades mediante la administración de vacunas.

Vacunas indicadas
A las personas que padecen artritis se les consideran inmunodeprimidas, es decir, su sistema inmune está debilitado. Este estado se debe a dos motivos, la propia enfermedad y la toma de ciertos medicamentos comunes para controlar los efectos de la artritis. Esta situación conlleva que su sistema inmunológico pueda estar más débil que el de una persona que no padezca la enfermedad y, por tanto, presente más posibilidades de contraer ciertas infecciones. 
En el caso de la vacuna de la gripe se recomienda su administración anual, como indica el Dr. José María Bayas Rodríguez, vocal de Relaciones con Sociedades Científicas de la Asociación Española de Vacunología, “es importante que las personas con artritis reciban la vacuna en cada temporada gripal, siendo sus resultados aceptablemente buenos. En ocasiones puede ocurrir que al combinarla con ciertos tratamientos la respuesta de la vacunación sea algo más baja, pero funciona y no supone ningún problema de seguridad, es decir, no le va a causar daño, incluso si está siendo tratado farmacológicamente de la artritis”. En  la “Guía de Práctica Clínica para el Manejo de la Artritis Reumatoide en España, 2007”(1) se incluye esta indicación, ya que la recomendación es que los adultos sigan el calendario de vacunas habituales. Con el objetivo de evitar la reducción del efecto de la vacuna, lo aconsejable es administrar las vacunas antes de comenzar con el tratamiento para la artritis, “lo ideal es vacunar cuando la persona no está en pleno tratamiento de la artritis, pero si no es posible, siempre será mejor vacunar y que tenga algo de efecto, que no vacunar y que el efecto sea cero”, aclara el Dr. Bayas.
Junto con la vacuna de la gripe, la neumocócica también es importante para las personas con artritis.  Así se indica en el trabajo “Vacunas y actividades preventivas en pacientes con artritis inflamatorias”(2), en el que se destaca la neumonía como uno de los principales problemas que se pueden prevenir mediante la vacunación en adultos mayores de 50 años. “Las vacuna neumocócicas, dependiendo de la situación del paciente, también se recomiendan; así como la de la hepatitis B, si no fue vacunado durante la infancia. Lo importante es revisar y poner al día la situación vacunal de la persona para determinar cuáles son necesarias y, si es posible, administrarla antes de comenzar con el tratamiento de la artritis”.

Situaciones a tener en cuenta

Mención especial merecen las vacunas de virus vivos atenuados, tales como la de la varicela, el sarampión, las paperas o la rubeola; así como otras recomendadas cuando se viaje a un país donde se puede contraer una enfermedad tropical, como fiebre amarilla. Este tipo de vacunas están contraindicadas cuando se sigue un tratamiento inmunosupresor. “Ante esta situación hay que comprobar si la persona está inmunizada. Si no lo está, no se le vacunará durante el tratamiento porque podría haber un problema de seguridad”, explica el Dr. Bayas, a lo que añade “habrá que aprovechar un momento adecuado para administrar la vacuna porque también puede ser un problema grave para estas personas que contraigan enfermedades como el sarampión o la rubeola, se debe prevenir”.Ante esta situación será el especialista en reumatología el que valore la situación, y el momento adecuado para hacerlo. 
Cuando se quiere viajar a países en los que hay enfermedades tropicales, también hay que valorar la situación de la persona, como indica Antonia Beltrán, enfermera coordinadora de Investigación en Ensayos Clínicos y Doctora en Ciencias de la Salud por la Universidad Complutense de Madrid “antes de viajar es fundamental informarse sobre este tema y hablar con el reumatólogo para que le informe cómo se debe proceder”.  Por norma general se pueden administrar estas vacunas tras un periodo de interrupción del tratamiento, siempre que así lo indique el profesional sanitario quien supervisará y el controlará el caso.

“Prevención con vacunas” para estar #ActivoAR   


Este es el lema elegido en el mes de noviembre para la campaña “Activo frente a la artritis, mes a mes” que ConArtritis, con la colaboración de las biofarmacéuticas Abbvie, Lilly, MSD y Pfizer, está llevando a cabo a lo largo de 2016. Teniendo en cuenta la situación especial que presentan las personas con artritis frente a ciertas enfermedades y la controversia que en ocasiones surge sobre las vacunas, se pide a los propios pacientes, familiares, y a toda la sociedad que se muestren “Activos frente a la artritis” informándose y hablando con los profesionales sanitarios sobre este tema; además de participar en la campaña con una foto #ActivoAR y publicarla en las redes sociales Twitter, Facebook e Instagram. Todas las imágenes se recopilan en la galería de fotos de ConArtritis.

La campaña “Activo frente a la artritis, mes a mes” es una de las finalista de los premios Somos Pacientes en la categoría Campaña en redes sociales, en los que aún se puede votar 

martes, 29 de noviembre de 2016

Sembrar semillas para el futuro


Las acciones son el resultado de los pensamientos, y los pensamientos se revelan a través de las acciones.

Mis acciones siembran las semillas de mi futuro. Como dice un viejo refrán: “Quien siembra ortigas, no puede cosechar rosas”. Por consiguiente, toda reacción es el resultado de una acción anterior.

Los resultados de las acciones pueden manifestarse inmediatamente, o tener un efecto retardado, es decir, retrasarse en aparecer. Pero, siempre acabarán por manifestarse.

El mundo reacciona ante mí según mis acciones. Si actúo con irritación, recibiré respuestas con enojo. Si actúo con serenidad, las reacciones tendrán esa misma calidad.

Dado que con mis acciones causo mi fortuna o mi infortunio, por mi propio interés debo controlar la calidad de mis acciones.

He de procurar que todas mis acciones sean altruistas, es decir, sin motivos maliciosos. Que sean constructivas y no demoledoras. Que tengan tal calidad que, sin importar cuánto tiempo tarden en germinar y crecer, yo siempre pueda estar feliz y satisfecho con el presente, sabiendo que mi futuro sólo dará cabida a la alegría.


B. Kumaris

lunes, 28 de noviembre de 2016

Alivio exprés del lumbago sin antiinflamatorios


domingo, 27 de noviembre de 2016

¿Qué alimentos ayudan a combatir la artritis?

Aprende qué alimentos ayudan a combatir los síntomas de inflamación, el dolor y la hinchazón de tu artritis reumatoide.


La naturaleza es un auténtico botiquín y muchos productos naturales contienen pequeñas dosis de sustancias con propiedades antiinflamatorias y analgésicas. Aunque no convenga exagerar (los alimentos no son fármacos), muchos estudios clínicos han demostrado los beneficios de ciertos productos a la hora de prevenir la artritis o ralentizar el daño en las articulaciones de quienes ya la padecen. Empezamos nuestra compra anti-artritis pidiendo número en la pescadería.
Pescado azul
Un estudio con unos 30.000 participantes sin antecedentes de artritis demostró que aquellos que tomaban una dieta rica en vitamina D, que ayuda a absorber el calcio de los huesos, tenían un menor riesgo de desarrollarla. Otros ensayos clínicos han estudiado el impacto positivo de una dieta rica en esta vitamina para evitar la progresión de la artritis en personas que ya tenían esa condición.
Nuestro cuerpo sintetiza su vitamina D a partir de la luz del sol, y no es fácil encontrarla en alimentos que no hayan sido industrialmente enriquecidos. Entre las fuentes naturales, los pescados grasos como el atún, la caballa o el salmón son los que más la contienen. Estos pescados también son una fuente de ácidos grasos omega 3, que gracias a sus propiedades antiinflamatorias, pueden ayudarte con el dolor articular de la artritis reumatoide e incluso mejorar la evolución de tus placas si tienes artritis psoriásica.
Pimientos picantes

No están hechos para todos los paladares, pero las distintas variedades de pimientos picantes pueden ser muy útiles para combatir los dolores de la artritis. Esto se debe a que la molécula que les otorga su picor, la capsaicina. La capsaicina es tan útil que es el principio activo de muchas cremas y lociones tópicas para el dolor articular.
Los pimientos rojos también son ricos en carotenoides: el más famoso es el beta-caroteno, pero su “prima” molecular criptoxantina es también muy eficaz para prevenir el dolor y la inflamación. Otros alimentos ricos en esta sustancia son la calabaza, los kakis o la papaya.
Cerezas y frutas del bosque
Los científicos no cesan de encontrar nuevas propiedades farmacológicas de las antocianinas, los pigmentos naturales que encontramos en las partes rojas, moradas o azules de las plantas. Estos poderosos antioxidantes que encontramos en las cerezas, los arándanos y las moras se han demostrado aún más eficaces aún que la Vitamina C para combatir la acción de los peligrosos radicales libres que pueden irritar e inflamar los tejidos conectivos. La berenjena, la lombarda y las ciruelas también son ricas en este tipo de compuestos. 
Igual que en el caso de la psoriasis, especias como la cúrcuma o el jengibre están especialmente indicadas para las personas con artritis, ya que tienen propiedades antiinflamatorias.
Té verde
En experimentos de laboratorio, un compuesto de esta bebida, que responde al laberíntico nombre de epigalocatequina galato (EGCG) fue capaz de detener casi por completo la respuesta inflamatoria que destruye poco a poco el cartílago. Aunque en nuestro país su consumo no esté tan generalizado como, por ejemplo, en Japón, sustituir el café por el té verde puede ser realmente bueno para tu salud. Otros estudios han señalado los beneficios  de otros compuestos presentes en el té verde para la salud cardiovascular, rejuvenecer la piel y prevenir las enfermedades neurodegenerativas.
Aceite de oliva
El aceite de oliva virgen extra contiene una sustancia llamada oleocantal, que además de otorgarle el ligero ardor que tanto aprecian los gourmets, es particularmente útil para detener la inflamación y el dolor muscular.  Esta molécula actúa bloqueando las mismas rutas bioquímicas que el ibuprofeno, y también puede reducir la acumulación de proteínas beta-amiloides, relacionadas con el alzhéimer.
Alimentos ricos en Vitamina C
El ácido ascórbico, más conocido como vitamina C, es uno de los responsables de la buena salud del colágeno, componente mayoritario de los tendones. Una dieta baja en Vitamina C tienen mayor riesgo de padecer algunos tipos de artritis. Además de los cítricos, otras frutas como las fresas, la piña o el kiwi y verduras como el brócoli y la coliflor son ricas en este nutriente. 
Autor: Ramón Rodríguez

sábado, 26 de noviembre de 2016

El descubrimiento más importante después de la penicilina

Ahora que el verano es sólo un recuerdo y los días son cortos y oscuros, si de verdad le preocupa su salud, es imperativo actuar. 

Hoy. ¡Ahora! 


La vitamina D es esencial, crucial para la salud, pero la mayoría de la gente aún no lo sabe.

Hasta hace muy poco, la falta de vitamina D se asociaba al raquitismo y a problemas de crecimiento en los niños, y poco más. Era una vitamina a la que se daba una importancia relativa, y a casi ningún médico se le pasaba por la cabeza pedir análisis a sus pacientes para medirla de forma rutinaria o pensar que pudiera faltarle a los habitantes de países soleados.

De un tiempo a esta parte, sin embargo, las cosas han cambiado radicalmente. Los descubrimientos en torno al papel esencial que juega esta vitamina en la salud (y su déficit en la mala salud) no dejan de sucederse.

Sin embargo, y aunque algunos médicos comienzan a medirla e incluso a recetar suplementos para paliar su carencia, el déficit sigue estando dramáticamente generalizado entre la población y las dosis que se prescriben siguen siendo escandalosamente bajas.

La vitamina D está viviendo actualmente una auténtica revolución silenciosa, que transformará como pocas cosas la historia de la salud y la medicina. En poco tiempo, ocupará el mismo lugar entre los grandes descubrimientos médicos que en su día supusieron la penicilina para luchar contra las infecciones bacterianas mortales, la anestesia en las operaciones quirúrgicas o las técnicas de imagen en los diagnósticos, por citar algunos. Y no exagero. Tiempo al tiempo.

Y aunque ese momento sin duda llegará, el mensaje aún no se ha extendido lo suficiente y su importancia no ha llegado a todas partes. Muchas personas siguen enfermando por culpa de un déficit de vitamina D sencillísimo de solucionar.

Para mí es un escándalo de salud pública que, con todo lo que ya se sabe sobre vitamina D, las autoridades sanitarias no hagan nada. Simplemente informando adecuadamente a la población se evitarían enfermedades que causan un gran sufrimiento y un enorme coste a las arcas públicas.

Serviría para prevenir enfermedades de los huesos (como la osteoporosis), para regular el sistema inmunológico (y prevenir enfermedades como la gripe), para prevenir numerosos tipos de cáncerenfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la diabetes tipo 1, enfermedades cardiovasculareshipertensióndemencia y hasta el estrés y la depresión, que podrían prevenirse fácilmente (e incluso revertirse) con la cantidad adecuada de vitamina D.

Pero mientras ese momento llega, cada uno de nosotros deberá velar por sí mismo y tomar su propia iniciativa.

Por eso quiero hablarle hoy de nuevo de ella e instarle a actuar inmediatamente, tomando para usted y su familia la mejor y más sencilla decisión, adelantándose al momento en el que por fin las autoridades sanitarias estén a la altura y ni una sola persona vea perjudicada su salud por falta de vitamina D.

Empecemos por el principio.

Qué es la vitamina D y cómo se obtiene

Se le llama “vitamina” pero es mucho más que eso, pues actúa más bien como una hormona en el organismo. Por eso muchos la consideran más bien una “supervitamina”, un nombre que tiene aún más sentido cuanto más se conoce el increíble papel que juega en nuestra salud.

La mayor parte de la vitamina D la obtenemos a través del sol, a partir de las moléculas de colesterol que circulan por debajo de la piel y que, al interactuar con la luz solar, se transforman en vitamina D (en un proceso que algunos han comparado con el de la fotosíntesis en las plantas).

Y el resto, una pequeña parte, la obtendríamos a través de la alimentación, ingiriendo alimentos que la contengan (como yema de huevo, sardinas, salmón, caballa o arenque, por ejemplo). Pero en todos los casos el aporte que suponen es muy modesto.

Si tomáramos el sol lo suficiente durante los meses cálidos, podríamos almacenar una cierta cantidad de vitamina D para cuando el sol deja de brillar. Pero ni aunque contáramos con unas buenas reservas nos duraría para todo el invierno.

El problema se acentúa por el hecho de que durante el verano no sintetizamos la suficiente cantidad de vitamina D, y esto es así en muchos países del mundo, incluida España, por mucho que seamos un país con gran cantidad de horas de sol.

La vitamina D, un bien muy escaso

¿Por qué se nos escapa la vitamina D aunque haya tanto sol? Hay varias razones, pero la principal es que no lo aprovechamos, pues apenas dejamos que el sol roce nuestra piel. Nos pasamos el día metidos en nuestras casas y oficinas, o en los medios de transporte, y cuando salimos a la calle, lo hacemos siempre bien cubiertos con ropa.

Para que nuestro organismo sintetice la vitamina D, el sol debe estar en lo alto, cuando los rayos de sol inciden verticalmente sobre la piel. Las pocas veces que podría darse esta situación (cuando vamos a la playa, por ejemplo), lo hacemos cubiertos y protegidos de cremas solares (que bloquean la síntesis de la vitamina D), de forma que apenas dejamos que el sol y la piel hagan su trabajo. E incluso evitamos que nos dé el sol precisamente cuando sería más útil para la síntesis de vitamina D, a partir de mediodía y hasta las tres de la tarde.

Los dermatólogos sin duda han conseguido su objetivo (al igual que los fabricantes de cremas solares, todo hay que decirlo) y están evitando problemas de piel… ¡pero a costa de extender brutalmente el déficit de vitamina D!

La falta crónica y generalizada de vitamina D es un asunto realmente serio. Se estima que en todos los países occidentales hay un déficit alarmante. De hecho la Unión Europea ha emprendido el proyecto de investigación ODIN, liderado por la universidad irlandesa de Cork y en el que participan también científicos españoles de la Universidad Politécnica de Madrid, con el objetivo de medir exhaustivamente el déficit de vitamina D en Europa por grupos de población y revisar las recomendaciones actuales de ingesta.

Sus resultados tardarán en llegar, pero el informe preliminar con sus primeras conclusiones es contundente:

El presente trabajo dentro del proyecto ODIN (...) proporciona la primera evidencia firme de que el déficit de vitamina D está generalizado en toda Europa y en unas tasas de prevalencia que indican que se trata de un problema grave de salud pública en el que subyace no sólo el riesgo de enfermedades óseas metabólicas, sino también de otros problemas potenciales de salud”.

Y en España, por mucho que exportemos la idea de sol y playa, lo cierto es que el déficit de vitamina D es generalizado. Hay estudios concretos que confirman que la población española lo sufre, y cuya conclusión es que en áreas geográficas variadas y en distintos tramos de edad, la población española, pese a tener sol en abundancia, tiene déficit de esa vitamina.

¿Le cuesta creerlo? Un reciente estudio quiso poner a prueba la teoría imperante hasta hace poco de que en los lugares soleados la vitamina D no era un problema para su población. Para ello midieron el nivel de esta vitamina en 254 adultos sanos de más de 50 años de Marruecos, un país situado en una latitud ideal en cuanto a inclinación de los rayos solares que recibe y que, de hecho, tiene sol la mayoría de los días del año. ¿Su conclusión? El 85,2% de los hombres y el 77,4 de las mujeres tenían un nivel insuficiente de vitamina D. Detrás de estos resultados influye sobre todo la forma de vestir tanto de hombres como de mujeres, que tienden a exponer poca piel a la luz del sol.

Una prueba contundente de que vivir en un país soleado (como sin duda también es gran parte del territorio de España) no garantiza nada.

Asúmalo: a usted le falta vitamina D


No hace falta que se haga ningún análisis, pues lo más seguro es que usted tenga déficit de vitamina D. Y no es que yo tenga una bola de cristal; es simple estadística, pues lo tiene un porcentaje altísimo de la población.

Y más aún si usted se encuentra en una de estas situaciones, que acentúan el déficit:
  • Tiene la piel oscura (cuanto más oscura es la piel, más le cuesta sintetizar la vitamina D). (6)
  • Se protege del sol (limitando las horas de exposición cuando los rayos inciden verticalmente, permaneciendo bajo la sobrilla, aplicando protectores solares…).
  • Tiene más de 50 años (a medida que pasan los años el organismo tiene más dificultades para sintetizar vitamina D cuando se expone a la radiación, que llega a verse realmente comprometida a partir de los 65, y más aún si a partir de esa edad se tiende a permanecer en interiores y a protegerse del sol).
  • Tiene sobrepeso u obesidad (un índice de masa corporal ≥30 kg/m2 incrementa el riesgo de déficit, pues una vez la piel sintetiza la vitamina D, ésta es absorbida por los depósitos de grasa corporal, haciéndola menos disponible). La ropa (camisa, pantalón, etc.) hace que no podamos sintetizar vitamina D aunque haga sol.

Además, ciertas enfermedades acentúan el riesgo de déficit (como la enfermedad renal crónica, la fibrosis quística, enfermedades hepáticas colestáticas y no colestáticas, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.).

Y, por supuesto, también influyen las condiciones ambientales (latitud, altitud, contaminación del aire, nubosidad…), que tienen una gran influencia en la intensidad de la radiación UVB que llega al suelo.

En definitiva, si usted fuese un indígena de los trópicos que pasa la mayor parte del tiempo al aire libre, no tendría que preocuparse por su tasa de vitamina D. Y tampoco si estuviera jubilado, viviera en Miami y su rutina incluyera paseos diarios al sol. Pero si no es su caso, convénzase: seguramente, como a casi todos en estos tiempos que vivimos, le falta vitamina D. Y eso supone un riesgo para su salud sencillísimo de solucionar.

¿Qué hacer para tener suficiente vitamina D?

Si, como hemos visto, el sol no basta y llegamos al otoño con las reservas de vitamina D bajo mínimos, y tampoco podemos obtener suficiente a través de la alimentación, ¿qué podemos hacer para garantizar que tenemos la cantidad necesaria para sacar partido de todos sus beneficios sobre la salud?

¡Actuando! Y por eso empezaba este texto diciéndole que hoy y ahora es cuando debe ponerle remedio. Y la única forma posible es a través de la suplementación.

No lo dude. Son tantos los beneficios que va a proporcionarle tomar vitamina D, y tantos también los perjuicios de su carencia, que no debe tener la mínima duda respecto a la conveniencia de suplementar su dieta con esta vitamina desde este momento y hasta el verano.

Le he mencionado sólo algunos de estos beneficios, pues si le diera la lista completa le aseguro que no tendríamos espacio suficiente en este texto de hoy para contarle todos. Y es que el papel primordial de la vitamina D frente a multitud de dolencias y enfermedades está sobradamente demostrado, ayudándonos a protegernos de la gripe, prevenir enfermedades como la osteoporosis, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el párkinson, la depresión o a reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer, entre otros. Y a tratar con éxito muchas de ellas (dermatitis atópica, enfermedades inflamatorias intestinales, enfermedades cardiovasculares…). Me comprometo a detallarle los resultados de los últimos estudios sobre vitamina D en un próximo número de Tener S@lud, y hoy le animo a concentrarse en pasar a la acción: empiece hoy mismo a tomar vitamina D.

En Reino Unido, tres grandes especialistas en vitamina D (W.B. Grant, C.F. Garland y M.F. Holick) llevaron a cabo un estudio en el que concluyeron que si su población recibiese la misma cantidad de sol que Florida, reduciría su mortalidad en 22.000 personas al año tan sólo a causa del cáncer. Increíble, ¿no?

Cuánta vitamina D debe tomar

En nuestro país vivimos en una especie de limbo respecto a la vitamina D, de espaldas a las investigaciones científicas que no dejan de sacar a la luz nuevos beneficios de contar con un nivel adecuado.

Así, el aporte nutricional recomendado de forma general de vitamina D en Europa es de 200 UI al día, que es el que consta en la información nutricional que aparece en la etiqueta de los alimentos, redactada según la legislación vigente a nivel de la Unión Europea.

Bajísimo. Tanto que roza lo ridículo.

Incluso los médicos interesados en la materia y que se preocupan de medir el nivel de vitamina D en sangre de sus pacientes, cuando observan que hay carencia (lo que por otra parte ocurre siempre), prescriben unas dosis increíblemente bajas.

No hay un único criterio respecto a las dosis recomendables, pero quienes más saben, dentro de sus discrepancias, apuntan a unas dosis ostensiblemente más elevadas. Por ejemplo, para que se haga una idea, la Sociedad americana de Endocrinología y el Vitamin D Council (una sociedad científica sin ánimo de lucro estadounidense centrada en la vitamina D), recomiendan 2000 UI al día en bebés, 4000 UI al día (ó 2000 por cada 11,34 kilos de peso en el caso de Vitamina D Council) en niños y 10 000 UI en el caso de adultos.

Cualquier médico español probablemente le diría que es excesivo, pero tenga claro que las investigaciones más punteras van por ahí.

Teniendo en cuenta todas las circunstancias que intervienen en la cantidad de vitamina D con la que es necesario suplementar la dieta, si usted es una persona sana, debería empezar ya mismo a tomar 2000 UI de vitamina D al día.

Para la mayoría de la gente, la toxicidad con la vitamina D es imposible con niveles de ingesta por debajo de 10 000 UI al día, así que con la dosis que le estoy recomendando puede estar absolutamente tranquilo.

La vitamina D es fácil de encontrar en farmacias, herbolarios y tiendas especializadas. Le aconsejo la forma D3 (colecalciferol) en lugar de la D2 (ergocalciferol), puesto que la D3 es exactamente la que produce su cuerpo por la exposición al sol. E igualmente le recomiendo tomarla en dosis diarias (aunque existen formulaciones con dosis únicas de 50 000 ó incluso 100 000 UI, pero es más lógico y natural tomarla en la dosis que va a utilizar su organismo diariamente).

Teniendo en cuenta todo lo anterior, y si quiere pedir ya vitamina D, hoy le recomiendo la vitamina D3 de Supersmart. Viene en botes de 150 comprimidos de 1000 UI cada uno, por lo que es la apuesta perfecta para todo el mundo, para empezar a tomar ya mismo la vitamina D que su cuerpo va a necesitar durante todos los próximos meses, al menos hasta que pueda proporcionársela directamente a través del sol.

En Tener S@lud somos abanderados de la vitamina D, pues es un suplemento muy asequible de beneficios incalculables. Por eso también le animo a adquirirla no sólo para usted, sino también para sus familiares. No hay nadie a quien no le vaya a beneficiar tomar vitamina D. Además, si usted está tomando un suplemento multivitamínico, es perfectamente compatible con él. De hecho, sería recomendable complementarlo con el de vitamina D, pues en los multivitaminícos la dosis que suelen incluir de vitamina D es insuficiente para cubrir las necesidades diarias.

¡A su salud!

Felipe M. Miller 

jueves, 24 de noviembre de 2016


Muchos son los mitos sobre alimesiguiente artículo se analiza esta cuestióEl balance energético
Lo primero que hay que saber cuando se habla de "engordar" es qué significa el balance energético. El organismo requiere energía (calorías) para poder funcionar de manera óptima; es decir, para poder respirar, caminar, comer y digerir los alimentos, correr, jugar, etc. Esta energía se obtiene de los alimentos y bebidas que se toman. Si las calorías que se ingieren son igual a las que el cuerpo necesita para las actividades realizadas ese día, ni se engorda ni se pierde peso, sino que el peso corporal se mantiene. En cambio, si se toman más calorías de las consumidas por el organismo, ese exceso calórico pasará a conformar parte del tejido adiposo (grasa acumulada que promoverá la ganancia de peso corporal).
Para conocer el aporte calórico de los alimentos existe una medida: el aporte de calorías de cada uno de ellos. Así, si se comen alimentos muy calóricos, será mucho más fácil exceder la ingesta calórica y promover la ganancia de peso corporal. Si se dice que un alimento "engorda" es porque posee un exceso de calorías; aunque en realidad lo que decidirá si un alimento engorda o no en una persona es toda su ingesta alimentaria juntamente con su gasto calórico.

El tomate: propiedades

nutricionales

El tomate es un alimento vegetal conocido en todo el mundo. Tiene forma ovalada o redonda, rojo o amarillo cuando está maduro; y es de distintos tamaños según la variedad.
El tomate se engloba dentro del grupo de las verduras y hortalizas, es muy rico en agua (94,5% de su peso es agua) y con un contenido calórico muy bajo (18 kcal por cada 100 g de alimento). Imagínese, entonces, la cantidad de tomate que se tendría que consumir para llegar a ingerir 2.000 o 2.500 kcal diarias. Se trata, además, de un alimento con un bajo contenido en grasa (0,1g/100g de alimento) y grasa saturada; un bajo contenido proteico (0,7g/100g de alimento); y un bajo contenido en hidratos de carbono (3,5g/100g de alimento). Al ser un alimento de origen vegetal, no contiene colesterol. Posee 1 g de fibra por cada 100 g de alimento. Destaca, en cuanto a vitaminas y minerales, por su contenido en potasio (250mg/100g), carotenos (500mg/100g) y un contenido moderado en vitamina C (13mg/100g).
¿Engorda el tomate? Decididamente no. ¿Es un alimento recomendable? Por supuesto que sí. Se trata de un alimento de origen vegetal, fuente de fibra, pobre en calorías y pobre en grasas, que puede contribuir a asegurar las cinco raciones al día de frutas y verduras recomendadas por todas las sociedades científicas relacionadas con la alimentación.

Tipos de tomate y aplicaciones culinarias


Existen multitud de variedades de tomate que se pueden usar en la cocina. Hay tomates de mayor consistencia para las ensaladas, como el de "corazón de buey" o el tomate "pera". Otros son óptimos para extender en el pan, como el tomate de rama. El tomate "cherry" es idóneo para decoraciones o ensaladas, mientras que el tomate amarillo se puede emplear en ensaladas o al horno. Existen tomates de distintos tamaños, formas y colores (desde más verdes a rojos y amarillos) para utilizar en gran variedad de recetas.
La aplicación culinaria más extendida para el tomate es la ensalada. Se trata de un plato sencillo, en el que se puede trabajar con gran variedad de verduras y hortalizas u otros ingredientes y con el que es posible conseguir comidas o cenas ricas y saludables. Ejemplos de ensaladas con tomate (como plato principal o acompañamiento) serían los siguientes:
  • Ensalada de tomate y mozzarella.
  • Ensalada de aguacate, tomate y cebolla.
  • Ensalada griega: tomate, cebolla, queso feta y aceitunas negras.
  • Ensalada de tomate y nueces.
  • Ensalada verde de rúcula y canónigos con tomate cherry.
Otra de las grandes recetas en las que se emplea el tomate es la salsa de tomate. Se elabora normalmente con tomate para freír. Y en su preparación pueden incluirse gran variedad de ingredientes, desde especias hasta otras hortalizas, cebolla, setas, carne... Eso sí, cuantos más ingredientes y mayor contenido en aceite tenga la salsa, más calórica resultará. Hay que vigilar en especial las salsas precocinadas, puesto que la mayoría de ellas cuenta con gran cantidad de aceite (no siempre de oliva), sal y azúcar. El kétchup es una de las salsas de tomate más utilizada.
Puede prepararse también tomate relleno, al horno, a la plancha o salteado, que puede servir como un excelente acompañamiento a un plato de carne, pescado o tortilla.

martes, 22 de noviembre de 2016

La felicidad del espíritu


La felicidad del espíritu

Entonces, ¿qué es lo que en verdad quiere en la vida o de la vida? No diga que no lo sabe… ¿no lo sabe? Tome conciencia de la razón de sus actos, ¿cuál es su motivo más profundo? Es para sentir felicidad; todo lo que hace está impulsado por el deseo de ser feliz. Lo que ha olvidado es que usted ya es feliz, no tiene que salir a buscar felicidad, ni trabajar o luchar para conseguirla, ni intentar compararla o alcanzar sus metas para vivirla, pues eso sólo la demora. La felicidad ya está allí, en su interior. Todo lo que debe hacer es decidirse a ser feliz y entonces, hacer de esa decisión un hábito. La felicidad no es dependencia, es una decisión.
¡Vamos, sea feliz! Mejor todavía… comparta su felicidad con los demás. Empiece por su corazón, lleve una sonrisa permanente en su corazón y luego, cerciórese de que su corazón está conectado con su rostro. Así, logrará ser feliz de manera más rápida, profunda y duradera. Si el término felicidad no es el correcto, reemplácelo por alegría. La alegría es la felicidad del espíritu.
Brama Kumaris

lunes, 21 de noviembre de 2016

¿Por qué desea curarse?

Antes de comenzar a pasar consulta, mi amigo el Dr. T., uno de los médicos a los que más admiro, siempre formula al paciente la misma e inesperada pregunta: “¿Por qué desea curarse?”. O dicho de otra manera, es como decirle: “¿Qué espera hacer con su vida cuando se cure? ¿Está seguro de que merecerá la pena?” 

Lo que el Dr. T. pretende es que el paciente se fije una meta. Por ejemplo: “Tengo que curarme porque debo llevar a cabo sin falta tal proyecto, que es de suma importancia para mí o para alguien a quien quiero”. 

De esta manera, según el Dr. T., las probabilidades de superar la enfermedad aumentan considerablemente, en especial para aquellos que padecen enfermedades crónicas desde hace tiempo. Su curación cobra sentido. Su vida sufre una transformación y ya no sólo puede sanar el cuerpo, sino también su espíritu. 

Una vez que el enfermo responde a esta pregunta, la curación puede llegar a acelerarse, y en casos excepcionales, hasta ser inmediata; convierte al enfermo en una persona completamente nueva. 

Sin embargo, no hace falta esperar a estar gravemente enfermo para vivir esta transformación. Más bien al contrario. 

Un modelo a tener en cuenta

Cuando yo tenía 21 años, mi primer jefe, al que llamaremos Sr. F., un hombre de éxito continuamente adulado por su entorno, me contó que para gozar de una vida plena debía comenzar a desarrollar una filosofía personal que guiara mis decisiones diarias. Ello me permitiría cumplir aquellos objetivos que yo mismo me hubiese fijado, sin tener que vivir a merced de los acontecimientos. 

Lo primero que debes hacer”, me dijo, “es crear un conjunto de reglas de vida que te ayuden a reducir el estrés y a no despilfarrar energía emocional, para que puedas ser más productivo y tengas mayor disponibilidad para tu familia y tus amigos”. 

Y eso fue lo que hice. Y debo decir, ya pasado el tiempo, que esa decisión transformó mi existencia. Por ello hoy he decidido compartir aquí mis reglas. Es un ejercicio muy personal, y en el fondo muy íntimo, pero estoy convencido de que es el primer paso fundamental para “cambiar de vida”. 

Entiéndaseme bien: no pretendo abrir un debate sobre si mi filosofía personal es correcta o incorrecta, buena o mala. Y menos pretendo ser ejemplo de nada. 

He decidido exponer mis reglas únicamente con el fin de activar la reflexión que cada uno debe hacer y, quién sabe, para animarle a hacer lo mismo. Mi único objetivo es el de alentar a cada persona a que adopte unas normas que le permitan encarar la vida de una manera más positiva. 

Quizá alguno ya tenga esas normas claras en la cabeza. En ese caso, le animo a que las ponga por escrito. Se pueden adoptar normas para cada aspecto de la vida, desde la salud hasta la pareja o la familia. 

Como verá, mis reglas son muy prácticas y en ocasiones muy terrenales. Y es que así soy yo. Cada uno debe encontrar su propio camino. 

Mis 11 normas de vida

  1. Llevar una vida ordenada y ser disciplinado. La disciplina por lo general consiste en hacer justo lo contrario de lo que de verdad nos apetece hacer en ese momento. Los medios más sencillos para ser disciplinado son: 1) fijarse plazos; 2) descubrir qué se nos da bien, lo más importante para nosotros, y concentrarse en ello; y 3) sustituir las malas costumbres por buenas costumbres, una a una, empezando por aquella que nos resulte más fácil cambiar.

  2. Aprovechar el tiempo. El tiempo es la riqueza más grande, y lo único que puede impedirnos llegar a cumplir algo. El tiempo perdido no se vuelve a recuperar, por lo que malgastar el tiempo es malgastar la vida. Por ello me esfuerzo en no involucrarme en actividades en las que el único objetivo sea “pasar el tiempo”. La elección más importante de nuestra vida es elegir en qué queremos invertir nuestro tiempo.

  3. Pensarlo dos veces antes de prometer o comprometerme con algo, sea lo sea. Las promesas son contratos que deben cumplirse. Y eso incluye los acuerdos a los que llego conmigo mismo.
  4. Una dosis de prudencia evita grandes lamentos. Siempre hay que esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor. Los arrepentimientos de verdad llegan solamente cuando no se ha hecho todo lo posible. Debemos hacer más de lo que se espera de nosotros. La vida es sencilla si nos hacemos frente a las dificultades y se complica cuando simplemente buscamos lo fácil.

  5. Dormir lo suficiente. Siempre procuro acostarme y despertarme a la misma hora, durmiendo siempre lo suficiente, una regla que no me salto salvo por algún motivo personal o profesional importante. Sólo tomo alimentos naturales ricos en nutrientes, evito la cafeína después de la una de la tarde y no bebo alcohol al menos desde tres horas antes de irme a dormir.

  6. Todas las mañanas me dedico a escribir durante al menos hora y media antes de ponerme a hacer cualquier otra cosa. Nunca miro mis e-mails antes de las nueve de la mañana.

  7. Cada día, después de terminar mi trabajo, hago una lista de las tareas para el día siguiente.También escribo un diario en el que anoto los objetivos de mi vida y los progresos que voy haciendo.

  8. Intento evitar cualquier enfrentamiento o conflicto, tanto en persona como por internet. Son una pérdida de tiempo y energía. Si no tengo razón o estoy equivocado, me disculpo y soluciono el problema lo antes posible. No obstante, los demás están en su derecho de no aprobar lo que hago o no estar de acuerdo conmigo aunque yo esté convencido de su fundamento, pero no voy a ponerme a discutir. Cuando me encuentro en una situación potencialmente conflictiva, respiro hondo, me paro, suelto aire y vuelvo a concentrarme en mi trabajo y en mis objetivos, sin dejarme arrastrar hacia otro terreno en el que tengo mucho que perder y nada que ganar.

  9. Siempre intento tener en la cabeza las dos consignas siguientes:

    1. Relativizar. Y con ello me refiero a que la vida está llena de pequeñas nimiedades que pueden bloquearnos por completo si decidimos darles importancia. La vida es demasiado corta como para centrarnos en algo distinto a nuestros objetivos principales. Cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir consigo mismo y con los demás; no hay que perder el tiempo en problemas secundarios.

    2. Nada es para siempre. Esta fórmula me ayuda tanto en los buenos momentos como en los malos. En los días difíciles de mucho trabajo y preocupación, sé que nada es para siempre. El pequeño sufrimiento por el que me toca pasar ahora pronto quedará en el olvido, cuando recoja los frutos de mi trabajo o cuando piense en todo lo que he conseguido. Y en los buenos momentos trato de recordar que no debo dejar de lado mis objetivos aunque las cosas vayan bien. Sean cuales sean las alegrías del momento, nunca debo abandonarme a la pereza, porque aún quedan muchas cosas por hacer y mejorar en el mundo.

  10. Nunca seré quien no quiera ser. No seré ruin, ni tendré celos, ni envidias, ni cederé ante ningún otro sentimiento fácil. No haré caso a rumores ni criticaré a nadie, esté con quien esté y sea donde sea. No seré negativo, porque ser positivo es mucho más sencillo. Me rodearé de personas que me aporten experiencias, conocimientos y valores y que enriquezcan mi vida.

  11. Escribiré con honestidad y sensibilidad. Hace mucho tiempo que dejó de preocuparme lo que los demás piensen de mí. La cantidad de personas a las que puedo ayudar compartiendo los resultados de mis estudios, ideas y consejos en mis e-letters es más importante que la opinión ajena. Los poemas de amor más hermosos están escritos por los poetas más apasionados. Nunca conseguiría ayudar a todas las personas que quisiera si me guardara para mí la información que de verdad vale. Y no pararé hasta ayudar a un millón de hombres y mujeres a retomar el control de su salud, su cuerpo y su espíritu para transformar su vida, vivir mejor el presente y prepararse mejor para el futuro.
Y esto es todo. Estas normas me permiten vivir con menos complejos, más energía y más productividad y eso no lo hubiera conseguido sin haber tenido clara mi filosofía de vida. 

Evidentemente no estoy diciendo que siempre, todos los días, consiga cumplirlas todas, pero sí me marcan unas pautas de actuación, y cuando corro el riesgo de pasarme de la raya, me suena una “alarma interior”

Tener Salud

domingo, 20 de noviembre de 2016

El increíble caso de los alimentos mutantes y otras historias de terror


La agricultura intensiva ha hecho evolucionar de tal forma nuestras frutas y verduras que en la actualidad ya no tienen absolutamente nada que ver con las que comían nuestros abuelos. 

Vea la diferencia entre un plátano de los que hoy en día puede encontrar en cualquier supermercado (en la imagen, a la izquierda) y un plátano salvaje de Papúa Nueva Guinea (en la misma imagen, a la derecha y más pequeño).  



Esos gruesos puntos negros que ve en el plátano salvaje una vez pelado no son más que las pepitas que le permiten reproducirse. 

Tanto por la apariencia como por el sabor o el contenido en vitaminas, estos dos tipos de plátano son tan diferentes entre sí como un huevo y una castaña. 

Aunque lo parezca, esto no es un tomate

Quizá le cueste creerlo, pero en realidad lo que ve en esta otra imagen ¡son berenjenas! 

¿No le llama la atención el tamaño de las berenjenas y puerros modernos? Son tan sumamente grandes que a veces incluso cuesta meterlos en las bolsas de plástico de la sección de frutería. 

En otro tiempo la berenjena era una hortaliza del tamaño de un huevo. De hecho, los americanos todavía la conocen por el nombre de eggplant (“planta huevo”). Pero hoy en día más bien debería llamarse “huevo de dinosaurio mutante”, dadas sus dimensiones. 

El maíz, un clásico

Lo del maíz es un verdadero escándalo. No consigo entender siquiera cómo hay gente que sigue creyendo que la carne de las aves de corral engordadas con grano (maíz) es más natural y mejor para la salud. 

Al principio, el maíz era apenas un poco más grande que una espiga de trigo. 


No fue sino a fuerza de selección, clasificación, manipulación e hibridación que hemos llegado a las enormes espigas de hoy en día, gigantescas y de un amarillo eléctrico, casi fluorescente. 

Y no hablemos de sus carnosos granos, embebidos de plaguicidas como el DDT (dicloro difenil tricloroetano), el Roundup (glifosato) y otros agentes defoliantes (que provocan la caída de las hojas). 

Las manzanas de los años 50

Sucede lo mismo con las manzanas de la década de 1950. ¿Es acaso la misma fruta que podemos comprar actualmente en cualquier supermercado? 

Las manzanas de aquella época eran con frecuencia pequeñas, arrugadas, deformes y rasposas. Asimismo, eran ácidas, pero también incomparablemente más ricas en vitaminas y minerales que cualquier manzana que podamos comprar hoy en día. 

En 1950 una manzana de la variedad Croncels contenía ¡hasta 100 veces más! de vitamina C que una manzana Golden actual. 

Pero esto no debería sorprendernos. Piense en esas manzanas gigantes de las estanterías, más grandes que una bola de petanca, todas con las mismas dimensiones, el mismo color, la misma piel gruesa… ¡y la misma pulpa insípida! 

Un problema que se repite en numerosas frutas y verduras

Lo peor de todo es que este fenómeno se repite en la mayoría de frutas y verduras. En sólo 50 años su contenido en vitamina A, fósforo, calcio, hierro, magnesio, potasio y ácido ascórbico se ha reducido a la mitad, a la tercera o incluso a la quinta parte, según el caso. 

Qué decir de las patatas, por ejemplo. Entre 1951 y 1999 perdieron el 100% de su contenido en vitamina A (de especial importancia para la vista) y el 57% de su vitamina C, de acuerdo con un estudio canadiense.  

Y otro estudio americano ha demostrado que en 51 años estos tubérculos también perdieron el 47% de su contenido en cobre, el 45% de su hierro y el 25% de su calcio. 

Por su parte, el brécol, famoso por su riqueza en antioxidantes, ha perdido el 80% del cobre y el 75% del calcio que contenía en 1940. Y la misma degradación la encontramos en los tomates: ya en 1991 debíamos comer 10 tomates para obtener el mismo aporte de cobre que ofrecía un único tomate en 1940. 

Las cifras son más alarmantes incluso en el caso de la zanahoria. Un grupo de investigadores cifra en un 46% la cantidad de hierro que han perdido las zanahorias “modernas” respecto a las de hace décadas. 

Asimismo, en la actualidad las naranjas contienen hasta 8 veces menos de vitamina C y 21 veces menos de vitamina A que las de 1950. Y lo mismo sucede con los melocotones

2 sencillos consejos para mejorar su alimentación

Para compensar la pérdida de nutrientes es necesario comer frutas, verduras y hortalizas biológicas. Diversos estudios han demostrado que contienen hasta un 40% más de micronutrientes, lo cual se explica en parte porque son recogidas estando ya maduras. 

Pero las frutas y verduras biológicas tienen otra ventaja: también contienen menos agua. Con la misma cantidad de fruta, disfrutará de un 15% más de pulpa y, por tanto, también de micronutrientes. 

Además, otra medida con la que se puede compensar el empobrecimiento de los alimentos de hoy en día es tomar un complemento multivitamínico a diario. 
¡A su salud! 
Luis Miguel Oliveiras