viernes, 11 de diciembre de 2015

7 consejos para ser feliz cuando todo se ve negro

Cuando uno está mal porque tiene ansiedad o siente que está
deprimido, acudir a la consulta del psicólogo o del psiquiatra puede resultar peligroso.
Hay casos de malestar extremo (depresión profunda) y ansiedad (crisis de pánico) que conciernen a la medicina. Pero hoy en día, en muchas ocasiones no está enfermo quien se siente mal, ni es él quien debe cambiar, sino el mundo que le rodea.

No se fíe de las soluciones preestablecidas por la psiquiatría

Por su formación, la función de los psiquiatras y psicólogos consiste en ayudarnos a cambiar nuestra visión del mundo para conseguir que seamos más felices, ya sea mediante medicamentos, psicoanálisis o terapias cognitivo-conductuales.
Aunque esto no siempre es una buena idea.
La hija de un amigo intentó suicidarse el mes pasado. Estuvo ingresada en el hospital, donde los psiquiatras la estuvieron tratando durante una semana, prohibiendo a su familia que tuviera cualquier contacto con ella. Trataron de ayudarle a cambiar su forma de ver la vida y a tener una mejor percepción de sí misma. Al mismo tiempo, le estuvieron administrando medicamentos (ansiolíticos) para acabar con su angustia.
El problema es que esta chica no tenía ningún problema psicológico. Deseaba ponerle fin a todo porque llevaba meses siendo víctima de intolerables agresiones y humillaciones (relacionadas con su físico) en el instituto, pero la dirección del centro no intervenía para protegerla.

Los psiquiatras del hospital no podían hacer nada para cambiar eso; no tenían ninguna autoridad sobre la dirección del instituto. Por ello decidieron desde su posición administrarle medicamentos, así como sesiones de psicoanálisis, para después enviarla de vuelta al instituto, cruzando los dedos.

Una sociedad deteriorada

En su libro “Psicoanálisis de la sociedad contemporánea: hacia una sociedad sana” (1955), el psicoanalista Eric Fromm escribía:
A pesar de todo, numerosos psiquiatras y psicólogos rechazan la idea de que la sociedad en su conjunto pudiera estar enferma. Sostienen que el problema de la salud mental en la sociedad solamente afecta a una minoría de individuos “inadaptados” y no a la propia cultura incapaz de adaptarse a los individuos”. (1)
¿Vivimos en una sociedad sana y aquellos con problemas para adaptarse son enfermos que deben recibir tratamiento? ¿O quizá es nuestra sociedad la que está deteriorada? En ese caso sería lógico que muchas personas hoy en día tuvieran problemas emocionales para soportar las condiciones de vida:
Una sociedad enferma es una sociedad que crea hostilidad y desconfianza mutuas, que transforma al hombre en un instrumento explotado por los demás y le priva de la sensación de tener valor por sí mismo, excepto cuando se somete a los demás y se convierte en un autómata”, decía Fromm.
En lo que a mí respecta, me parece que efectivamente la agresividad, la indiferencia y la maldad se han hecho omnipresentes. En tan sólo 24 horas, yo mismo he presenciado las siguientes escenas:

  • Un joven conductor detiene su coche en medio de la calle y sale de él para insultar y amenazar físicamente a una señora mayor que circulaba detrás.
  • Un controlador de aparcamiento le pone una multa a un señor mientras se encontraba sacando el tique en el parquímetro, y se niega a anularla.
  • El dueño de un restaurante se pone hecho una furia porque un cliente pide una jarra de agua y no una botella.
  • Una niñera amenaza al niño pequeño al que cuida porque a éste le da miedo que su madre se marche.

¿“Antes se vivía mejor”?

No tengo ni idea de qué necesitaríamos hacer para cambiar todo esto, pero una cosa está clara: si decimos hoy en día en público que, para algunas cosas, “antes se vivía mejor”, por sistema alguien vendrá a llamarnos anticuados y conservadores.
Y sin embargo, debemos abrir los ojos.
Las personas a quienes la vida les sonríe no son capaces de ver el grado de aflicción, pasividad, hastío, aislamiento y deshumanización que impera en el resto de la sociedad. La proliferación de personas crispadas, los colegios que tan sólo proponen un único modelo para todos los niños, trabajar en burocracias gigantes e inútiles (ya sean públicas o privadas), los gobiernos que nos tratan como un número… Todo esto transforma las relaciones personales, favoreciendo el miedo frente a la amabilidad, la manipulación frente al respeto, la eficacia de las máquinas frente a las necesidades emocionales de los seres humanos, la dependencia frente a la libertad.
¿Se puede decir que sienten una nostalgia enfermiza las personas que sufren en un mundo en el que sienten que…
…el sistema sanitario, antes que fomentar la salud, explota la enfermedad?
...la soledad adquiere tintes de epidemia? Hoy en día, casi una de cada cuatro personas mayores vive sola en nuestro país y la mayoría de ellas manifiestan sentimientos de soledad y aislamiento. (3)
...por todas partes se informa de catástrofes ecológicas?
…los políticos gastan toda su energía en mentir y enzarzarse en peleas entre ellos?
…los conflictos armados recorren de punta a punta todo el planeta?
yo creo que no.
Habría que reservar la psiquiatría para aquellas personas que realmente padecen problemas psíquicos. Pero, ¿para el resto? No pidamos a la medicina que nos ayude a cerrar los ojos y a taparnos los oídos gracias a las “pastillas de la felicidad”. Tenemos cosas mucho mejores que hacer.


Sobrevivir (y alcanzar la felicidad) en un entorno hostil

Esto es lo que yo recomiendo hacer no sólo para sobrevivir, sino también para alcanzar la felicidad cuando uno tiene la sensación de que todo a su alrededor funciona objetivamente mal:
  1. Limite el tiempo dedicado a leer y escuchar “las noticias”. No se trata de no estar informado, pero las informaciones parece que las hicieran para deprimir o, por lo menos, para asustar. Y es que el miedo vende. Los periodistas saben que cuanto más increíble, angustiosa y desoladora sea una historia, más atención va a acaparar, incluso aunque no tenga nada que ver con el lector; por lo tanto, tienden de forma natural a seleccionar historias terribles. Y cuantas más lea, mayor será la sensación de que todo lo que le rodea va mal. Además, la mayoría de las informaciones apenas tienen utilidad práctica. Tratan de problemas sobre los que uno no puede hacer nada y eso incrementa la sensación de impotencia. Varios estudios han demostrando que a las personas que no siguen las noticias no les va peor en la vida; más bien al contrario: se encuentran más tranquilas y felices. Leer un libro contribuye más a la reflexión que un flujo constante de noticias de última hora.
  2. Luche contra el estrés crónico tomando alimentos antiestrés: una alimentación rica en magnesio, plantas como la hierba de San Juan (o hipérico) y la rhodiola, infusiones relajantes (hay una gran variedad) o el chocolate negro (70% de cacao) le ayudarán a estar más relajado y sentirse mejor.
  3. Practique ejercicio de forma regular, a ser posible al aire libre. El deporte libera endorfinas que generan una sensación de bienestar y mejoran el estado de ánimo a largo plazo. Por su parte, la sensación del aire puro en la cara, el agua fresca en el cuerpo, el color verde del bosque y el campo, el cielo azul y el sol tienen un poderoso efecto antidepresivo.
  4. La meditación, la relajación, el yoga y los masajes nos hacen más felices.
  5. Si puede, modifique su entorno para mejorarlo: múdese, huya de las relaciones “tóxicas”, cambie de trabajo si su profesión le hace sufrir demasiado…
  6. Luche contra la ansiedad tomando precauciones: adopte un estilo de vida sano para disminuir el riesgo de enfermedades; reduzca su tren de vida si le angustia tener la cuenta corriente en números rojos, y ahorre; cuide la relación con su entorno (familia, amigos, vecinos): sentirse bien rodeado socialmente proporciona una mayor seguridad, así como más fuerza para los momentos difíciles; mejore su descanso porque le ayudará a encontrarse más tranquilo.
  7. Si prueba todas estas medidas, pero no son suficientes, le recomiendo entonces que recurra a una psicoterapia como las TCC (terapias cognitivo-conductuales). Son especialmente eficaces en los casos de estrés postraumático, es decir, cuando se experimenta una angustia provocada por un suceso grave (accidente, agresión, duelo…).
Tener un buen equilibrio interior repercute en la salud. Ya no es sólo que cuando uno se siente bien le evita al organismo un estrés que le consume por dentro, duerme mejor, come mejor y asimila mejor los nutrientes, sino que, como se sabe desde hace poco, el sistema inmunitario se destruye cuando uno “no está bien consigo mismo”.
¡A su salud!
Juan-M Dupuis













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