domingo, 22 de marzo de 2015

Vuestro amor os salvará

No esperéis que vuestro equilibrio y vuestra salud sean el resultado de la realización de grandes cosas: las posibilidades de realizar proezas sólo se presentan raramente, y os arriesgáis a tener que esperar mucho tiempo. Son las pequeñas cosas las que se revelan más benéficas, y si os acostumbráis a tomároslas en serio, desarrollaréis una actitud interior que será como una protección en muchas circunstancias difíciles de la vida. ¡Hay tantas ocasiones para las pequeñas cosas! No voy a enumerarlas, la lista sería interminable. Sois vosotros quienes debéis encontrarlas, ejercitando vuestra atención, manifestando vuestra benevolencia con todas las criaturas vivas, incluso con los animales y las plantas. Sí, y hasta con ciertos objetos.
Es vuestro amor el que os salvará, y el amor se manifiesta justamente a través de todos estos gestos aparentemente sin importancia que podéis hacer cada día. Esforzaos pues para encontrar siempre algo nuevo que hacer, sabiendo que cada pequeño gesto ejecutado con aplicación, sinceridad y amor, será cada vez como una criatura de luz que vendrá a acompañaros.
Incluso cuando deciden comprometerse en la vida espiritual, ¡cuántas personas siguen deformadas por este hábito, tan extendido en nuestra época, de acumular conocimientos, de ir por todas partes para estar al corriente de todo sin hacer nunca un trabajo en profundidad sobre sí mismas! No se puede negar que es gracias a su curiosidad que los humanos han hecho progresos gigantescos en muchos dominios, pero para la vida espiritual éste es un método muy malo.
El trabajo espiritual requiere que nos centremos en un sistema filosófico, y que lo profundicemos. Si no, sucede con el organismo psíquico lo mismo que sucede con el organismo físico: aquel que absorbe toda clase de alimentos heteróclitos, tiene una indigestión y vomita; de la misma manera el estómago psíquico puede tener una indigestión debido a todo lo que hemos querido hacerle tragar. Por tanto, si queréis progresar verdaderamente en la vida espiritual, procurad centraros en un sistema: éste será como el armazón del edificio interior que estáis construyendo aportando cada día nuevos materiales.
¡Cuántos se han dejado morir de pena o incluso se han suicidado por culpa de calumnias, de cartas injuriosas, de artículos de periódico venenosos! ¡Y cuántos artistas también por culpa de las críticas y las burlas!… Si sucumbieron, es porque no conocían lo que la tierra, en cambio, conoce muy bien. ¿Qué hace la tierra con los desechos y las basuras que le echan? Los toma como un abono, como una materia muy preciosa, y hace que participen en la elaboración de todos los vegetales. Gracias a este abono, las frutas tienen colores, perfumes, gusto y toda clase de cualidades nutritivas.
Así pues, ¿por qué el ser humano no debería conocer también los secretos que la tierra conoce? ¿Por qué debería de sucumbir ante estas suciedades que son las críticas, las maledicencias, las calumnias? Que aprenda a transformarlas y él también dará frutas coloreadas, perfumadas, sabrosas y alimenticias. Si llega a este grado de comprensión, acabará por convencerse de que, a pesar de las apariencias, el que es injustamente perseguido se encuentra en una mejor situación que sus enemigos.
Una mano no se limita a su parte física. Una mano se prolonga en los planos sutiles en los que, no sólo puede captar corrientes y fuerzas, sino también proyectarlas. Lo sentiréis si os habituáis a practicar ciertos ejercicios. Aquí tenéis uno, muy sencillo, que podéis hacer cuando estéis solos, preferentemente por la mañana. Tended vuestra mano derecha y, con el pensamiento, prolongadla lo más lejos posible, siendo conscientes de que vuestros dedos son como antenas que captan energías. Si ponéis después vuestra mano sobre el plexo solar, sentiréis que éste se llena de un calor benéfico.
La verdad es que todos los ejercicios que podáis hacer con las manos sólo serán eficaces cuando hayáis aprendido a trabajar para que se vuelvan vivas. Y una mano se vuelve viva cuando la consagramos a actos desinteresados, cuando aprendemos a tocar los seres y los objetos conscientemente para introducir en ellos la pureza, el amor y la luz.
La Inteligencia cósmica ha dotado al ser humano de centros sutiles que le permiten entrar en relación con las regiones espirituales. Estos centros son en el mundo del alma y del espíritu el equivalente de los órganos del plano físico, y al mismo tiempo que tomamos conciencia de su realidad, debemos adoptar una disciplina que nos permita desarrollarlos.
¿Por qué los Iniciados han dado unas reglas y aconsejado unas prácticas a las que llamamos moral? ¿Y por qué es mejor respetarlas? Porque, contrariamente a lo que dicen ciertos espíritus supuestamente «libres», no se trata de someter a los humanos a unas convenciones sociales arbitrarias, ni siquiera de complacer a un Dios que habita no se sabe dónde, más allá de las nubes… La verdadera razón, es que cada pensamiento, cada sentimiento, cada acto tienen repercusiones en lo más profundo de nuestro ser y, según su naturaleza, cada pensamiento, cada sentimiento, cada acto, impiden o favorecen el funcionamiento de nuestros centros espirituales.
Omraam Mikhaël Aïvanhov

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