lunes, 7 de julio de 2014

La Música, la Armonía y lo Divino


musicaVarios siglos antes de la era cristiana, Pitágoras descubre, según sus seguidores, que la proporción entre los sonidos armónicos de la escala musical es equivalente al de las proporciones entre los planetas. Cada planeta produce un sonido que puede ser infrasónico o ultrasónico de acuerdo a su distancia; las esferas cercanas producen sonidos graves, las distantes, sonidos agudos, en relación al sol. Al combinarse se produce lo que se conoce como la música de las esferas.


“Después del silencio, lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música.”
Aldous Huxley

¿Has escuchado alguna melodía que simplemente te cautive, te emocione, te produzca un estado de felicidad o hasta de éxtasis? ¿Por qué? Veamos:
La música ha estado ligada al hombre al igual que la palabra y el lenguaje desde el comienzo de la humanidad. Desde la prehistoria, el hombre utilizó los sonidos y la música para la curación, y para expresar sus ritos y sus primitivas religiones.
El sonido sagrado es esencial en el yoga mántrico, los cantos budistas, los ragas de la India (raga significa literalmente “color” o “modo, estado de ánimo), la musica tribal africana, amerindia y celta y la música occidental clásica y moderna.
El concepto “música” en el antiguo Egipto se expresaba con el mismo símbolo jeroglífico utulizado para representar la alegría. Los sabios védicos de la India pensaban que lo físico era la música manifestada y que por lo tanto, las proporciones de los sonidos musicales y de las formas naturales y arquitectónicas eran paralelas.
Los antiguos consideraban que la música terrenal era una resonancia de la música cósmica, que obedecía sus mismas leyes divinas. Si esos sonidos terrenales reflejaban las leyes divinas, entonces podrían aliviar el dolor y el sufrimiento y fomentar la salud y la curación. De esta forma, la cosmología y la teoría musical se desarrollaron paralelamente a través de los siglos. Se pensaba que la humanidad, debidamente afinada, podía cantar al unísono con las estrellas en esta búsqueda de la armonía universal.
La creencia en un Universo como un gran instrumento musical se extiende durante la Edad Media, hasta el siglo XVII. Algunos autores, incluso, hablaron sobre “la gran música del mundo” y de un Universo monocorde en el que los registros melódicos traducían la armonía de la creación. Reconocidos sabios y maestros de la época medieval aceptaban que la música era esencial para la comprensión del universo y de la humanidad.
Durante el Renacimiento, la palabra “música” empezó a adquirir el significado que conocemos ahora, al arte de los sonidos. Desde entonces, la música es “una técnica o conjunto de técnicas expresivas que conciernen a la sintáxis de los sonidos”. Sin embargo, también la música es considerada “como revelación al hombre de una realidad privilegiada y divina”. Según esta definición filosófica, la música traduce la armonía divina del universo y del mismo principio cósmico, llámese Dios o de alguna otra manera.
Kepler, astrónomo alemán del siglo XVII postuló que las velocidades angulares de cada planeta producían sonidos. Estableció que un astro emite un sonido que es más agudo en cuanto su movimiento es más rápido, por lo que existen intervalos musicales bien definidos que están asociados a los diferentes planetas. En su su libro, “Las armonías del mundo” nos dice que sus leyes debían expresar la armonía musical del cosmos. Kepler escribió: “El movimiento celeste no es otra cosa que una continua canción para varias voces, para ser percibida por el intelecto, no por el oído…”
Ya a finales del XIX, los físicos descubren que los rayos de emisión que se producen de una des-excitación del átomo se expresan mediante una fórmula única compuesta de números enteros, similares a los intervalos musicales. En el siglo XX, el satéliteTRACE de la NASA confirmó, finalmente, la teoría de Pitágoras al comprobar que el sol emite un sonido 300 veces más grave de lo que puede captar el oído humano.
Por otra parte, desde el punto de vista hermético, el principio de la vibración sostiene que: “Nada reposa; todo se mueve; todo vibra”. Todo, lanza al espacio vibraciones de sonidos musicales y de colores, desde el Todo como principio creador, hasta la burda materia, todo es vibración.
Finalmente, en las jerarquías espirituales, las llaves tonales reflejan la esencia, la radiación y la vibración de los de los Maestros y Maestras Ascendidos, de los Rayos y de todos los Seres de Luz del Universo. Las llaves tonales se encuentran dentro de obras musicales y armonizan con la música de las esferas y los conciertos cósmicos. Inspiran e irradian al oyente con las virtudes del Ser de Luz.
Estas llaves tonales se encuentran en composiciones musicales tales como:
Adagio – Tomasso Albinoni.
Lara’s Theme – Maurice Jarre
Noche de Paz – Franz Grüber.
Concierto de Aranjuez – Joaquín Rodrigo
Canción de la India – Nikolai Rimsky-Korsakov
Danza Ritual del Fuego del “Amor Brujo” – Manuel de Falla.
Pie Jesu – Andrew Lloyd-Weber
1492, Conquista del Paraíso – Vangelis
Adagio para cuerdas, Op. 11 – Samuel Barber.

En este punto, esperamos que la pregunta inicial haya sido contestada. La música, en definitiva, “constituye una revelación más alta que ninguna filosofía” ( Beethoven).
La Música es Armonía, es lo Divino, es el Hombre, el Universo, es Vida, es TODO.

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