Quien se deja llevar por sus pensamientos y deseos, quien se ocupa
diariamente de sus problemas, pierde la orientación hacia lo noble;
suele verse como una persona incomprendida y sufre. En este estado
apático e irritado acoge muchas vibraciones y pensamientos negativos,
que suelen ser el motivo de que más tarde o más temprano, dentro o fuera
de la persona, como enfermedad o golpe del destino, se haga efectiva
una carga.
Los efectos no dependen del aspecto psíquico, sino del anímico,
porque el sistema nervioso, la red que une el cuerpo con el alma, se
contrae, lo que disminuye la fuerza vital. Esto produce un acentuado
movimiento anímico y bajo ciertas condiciones libera cargas, es decir,
causas anímicas que se manifiestan como efecto en el cuerpo. El sistema
nervioso, denominado también red nerviosa, es de importancia decisiva en
la gestación de malestares, enfermedades y golpes del destino.
Quien conoce lo anteriormente mencionado, se esmerará en purificar y
mantener puros el alma y el cuerpo de toda sensación, pensamiento o
palabra contrarios a las leyes de Dios. A esto corresponde también una
alimentación vegetariana, puesto que los efectos en el cuerpo tienen a
su vez sus consecuencias en el alma. Así como el hombre piensa, así es
el, o así será. El cuerpo del hombre es un cuerpo energético, pues todo
es energía y puesto que todo se basa en vibración y lo igual atrae una y
otra vez a lo igual. La ley de causa y efecto tiene efecto tanto en el
alma como en el hombre. Lo que el hombre piensa y cómo vive, se traduce
en el efecto.
Quien no practica el autocontrol en su vida tampoco se reconoce a sí
mismo. El que no se conoce tampoco conoce a su prójimo y no está por lo
tanto en condiciones de cambiar su vida. Quien anhela una vida positiva,
quien afirma lo bueno y depura sus sentidos, conoce también su cuerpo y
puede dirigirlo del modo adecuado.
Toda persona es exhortada a cada instante a recapacitar, es decir, a
través de la conciencia o por impulsos de su espíritu protector, es
animada a organizar espiritualmente su vida, a pensar positivamente y a
ser desinteresada. De esta manera las energías en el ser humano pueden
ser armonizadas para estar en condiciones de comunicarse nuevamente con
las energías eternas, cósmicas y armoniosas. La comunicación con las
fuerzas cósmicas armoniosas produce tanto en el ser humano como en la
Tierra paz, armonía y amor.
Quien no vive en unidad con Dios, está en la ley de causa y efecto,
en la ley causal y creará siempre nuevas causas hasta que despierte en
el Espíritu y siga las leyes de la paz, de la armonía y del amor. Las
consecuencias que siguen a las causas creadas por los hombres son, como
ya se ha dicho, enfermedades, golpes del destino, necesidades y
preocupaciones. El ser humano vive tanto tiempo en este circulo vicioso
hasta que reconozca que él es un ser cósmico que pertenece a la unidad
divina, al Espíritu universal. Si el ser humano empieza entonces a dejar
crecer en sí esta unidad cósmica, conociendo la esencia de la vida, que
es el Espíritu, reconociéndolo por medio de la realización de las
leyes, entonces sanará y por medio de él también el planeta Tierra.
Quien reconoce la fuerza divina en todo lo que vive y quien puede
sentir la vida y reconoce en ella una parte de sí mismo, dará un vuelco
positivo a su vida y de esta manera se acercará desinteresadamente a su
prójimo, reconociendo su vida en todas las formas de existencia. Quien
se reconoce a sí mismo en la naturaleza, ya que cada hombre es un cuerpo
natural, llegará a ser poco a poco amable, afectuoso y benevolente.
Juan Lama Ortega
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si consideras que te ha gustado o simplemente no te gusta lo que esta aquí escrito házmelo saber, me ayudara a superarme.