jueves, 4 de julio de 2013

Beneficios de la meditación


Encender sahumerios, sentarse con las piernas casi hechas un nudo cual contorsionistas, con ambas manos a los costados y el dedo índice y pulgar tocándose, con música suave de fondo y con el claro objetivo de poner la mente en blanco… ¡alto! ¡Meditar no es tan complicado! ¿Te imaginás que alguien puede hoy, en medio de esta vertiginosa vida, poner la mente en blanco? Mitos fuera: meditar no es poner la mente en blanco; más bien es casi todo lo contrario. La idea no es no pensar en nada, sino, según la técnica, dejar que los pensamientos fluyan pero sin enroscarse con ellos, o dirigir intencionalmente tus pensamientos hacia cierto recuerdo o sensación para provocar un estado armónico. Y no hace falta estar en un templo hindú para hacerlo ni en incómodas posiciones que sólo logran generarnos sensaciones extrañas en el cuerpo y convierten la concentración en algo imposible. ‘La meditación tiene que ver con transformar nuestra mente; lo externo no hace diferencia’, explica Kelsang Rinchung, maestra y monja budista de la tradición Kadampa. Enrique Loor, instructor de meditación del centro Brahma Kumaris, suma: ‘Las palabras ‘meditar’ y ‘medicina’ provienen de una misma raíz, que significa ‘sanar’. La meditación sana el alma y el alma no es una entidad separada de uno. Uno es el alma. La meditación trabaja en ese nivel, se ordenan las cosas de adentro hacia afuera y se producen cambios en el estilo de vida que son maravillosos’.
‘Cada persona con la que hables te va a dar una definición diferente de la meditación y eso tiene que ver con cómo cada uno la entiende. Para mí es la desconcentración. Sería todo lo contrario a lo que estamos acostumbrados desde que nacimos. La meditación es un estado más, igual que estoy despierto, durmiendo o soñando puedo estar meditando. No es algo ajeno a las personas, es para todos, y el ciento por ciento de la humanidad ya ha meditado sin saberlo’, explica Santiago Barrenechea, instructor de meditación de la Fundación El Arte de Vivir.
El mar de la calma

Básicamente, lo que logramos mediante el hábito de meditar es darle un respiro, un descanso, a nuestra mente. Hay estudios médicos que afirman que tenemos un promedio de sesenta mil pensamientos por día, algo así como uno por segundo. Cuando te sientas a meditar, si bien no poneis la mente totalmente en blanco, lográs que esas olas vengan cada vez más espaciadas, generando un mar más calmo, que es el que te permite tomar las mejores decisiones. Cuando estás en el medio de un tsunami, saltando olas para que no te aplasten, no podés pensar en nada más que en eso y no tenés la posibilidad de detenerte a evaluar cada situación y tomar la mejor medida. En cambio, cuando estás calma, con el panorama limpio, sin nada que barrenar, es más probable que puedas darte el lujo de nadar un poco e investigar en tu propio océano cuáles son las opciones que tienes.
En pocas palabras: al estar relajado, tu mente se vuelve a cargar de energía y eso se traduce en que te sientes mucho mejor, entonces tomas mejores decisiones porque teneis más foco y energía para concentrarte en lo que de verdad precisás. Y como si todo esto fuera poco, te sientes mucho más feliz.
‘Los beneficios son infinitos. Por lo pronto, lo primero que nos promueve la meditación es a pacificar nuestra mente, que esté serena, libre de preocupaciones para que podamos experimentar la felicidad. Además, reduce el estrés y la ansiedad, y permite que disfrutemos de cada momento con más plenitud’, explica la monja budista.
Cómo, cuándo y dónde practicarla depende de vos y de la técnica que elijas. Acá te contamos tres bien diferentes; pero hay más, muchas más para seguir investigando y probando hasta encontrar la que te atrape.

La técnica que usan se llama ‘Sahaj Samadhi’ (‘Saha’ significa ‘sin esfuerzo’ y ‘Samadhi’ es el estado de meditación). La idea es, entonces, llegar a la meditación de una forma simple.
Cómo: te sientas de la manera que te resulte más cómoda y donde quieras, pero con la espalda derecha y relajada. Cuanto más te acerques a la postura de loto, mejor. Cierra los ojos y aceptá los pensamientos que aparezcan en tu mente. ‘Lo que resiste, persiste’, dicen en la Fundación. Por lo tanto, si te resistís a los pensamientos que van viniendo a tu mente, sólo lograrás que continúen allí. Aceptalos y dejalos pasar. ‘En la Fundación cada uno recibe un mantra propio (es decir, una vibración, un sonido, que se repite) y cuando te sentás a meditar y sentís que lo necesitás, lo usás. En el curso aprendés a hacerlo en el momento adecuado’, explica Barrenechea.
Cuándo: se recomienda hacerlo entre una y dos veces al día. Lo ideal es que la primera sea por la mañana, . No hay un lapso de tiempo estimado para meditar, pero con la práctica vas logrando habituarte cada vez más. Budismo Kadampa
Para esta tradición budista, la meditación es la mente que se concentra en un objeto virtuoso (algo que tiene el poder de apaciguar los pensamientos, ya que concentrarnos en eso nos produce paz interior). Hay 21 objetos virtuosos, entre los que se encuentra el amor, y son la síntesis de las enseñanzas de Buda.
La meditación se presenta en dos tipos: una analítica y otra de emplazamiento. La primera es cuando contemplamos o estudiamos el significado de las enseñanzas espirituales; y la segunda es cuando, a través de esa contemplación, llegamos a una conclusión y nos concentramos en ella.
Cómo: una vez que calmaste tu mente a través de la respiración, te sentarás en el suelo o en una silla, lo más cómoda que puedas, pero siempre con la espalda recta, las manos sobre tu regazo con la derecha sobre la izquierda y los pulgares de ambas tocándose y apuntando suavemente hacia arriba. La cabeza debe estar levemente inclinada hacia abajo y los ojos entreabiertos. Comienza a meditar sobre alguna de las 21 virtudes: la preciosa existencia humana, la ecuanimidad, el aprecio de la bondad de todos los seres, el igualarse uno mismo con los demás, el amor que desea la felicidad a los demás…. Por ejemplo, si elegís el amor que desea la felicidad de los demás, contemplás el aprecio de la bondad en todos los seres, comenzando por tu madre. Piensa cómo gracias a cada uno teneis hoy tu plato para comer, tu casa, los caminos para transitar, etc.; cómo si no fuera ! por la bondad de los demás no podrías hoy disfrutar de cada pequeña cosa. Y a medida que vas reflexionando sobre cada uno de estos seres y su bondad, vas entrando en estado meditativo hasta generar un sentimiento de amor.
Cuándo: cuando puedas. Idealmente, por la mañana..
 Brahma Kumaris
Nuestro punto de partida es que somos un espíritu encarnado en este cuerpo, que es el vehículo a través del cual nos podemos expresar’, explica Loor.
La meditación para Brahma Kumaris requiere concentración en determinados pensamientos que queramos generar. Es evocar registros que están dentro de nosotros vinculados con la paz. Al evocarlos, aparecen en la mente y hay que sostenerlos. La paz, el amor y la verdad son tres virtudes que, según esta escuela espiritual, todos tenemos, por lo que sólo basta con recurrir a ese registro para que emerja el sentimiento.
La técnica que aquí enseñan se llama Raja Yoga (‘Raja’ es ‘rey’ y ‘Yoga’ es ‘conexión’, por lo que es la conexión que nos vuelve reyes de nosotros mismos). Es un tipo de meditación que tiene en su esencia recuperar esa energía que está dentro del ser y activarla cuando uno lo desea. Primero tenés que saber qué querés cambiar de vos (si sos temerosa, ansiosa, etc.). Después, te sentarás en un lugar cómodo con el cuerpo relajado, donde quieras y como quieras. Respíra, usando el método que prefieras. La meditación de este centro se practica con los ojos abiertos, pero al principio podés cerrarlos hasta acostumbrarte y así evitar distraerte. Una vez que estás relajada, busca dentro tuyo el sentimiento que quieras generar (amor, paz, lo que sea), y empezá a realizar diferentes afirmaciones con ese objetivo, como ‘y! o soy un ser de paz’, ‘yo soy un ser de luz’, ‘yo soy un alma amorosa’. Vas a ver que cuando llegues al décimo ya vas a empezar a sentir lo que estás afirmando. No es un mantra, así que no es necesario que repitas siempre lo mismo. Podés hacer diferentes afirmaciones, pero que apunten a un mismo objetivo, a generar un mismo sentimiento. También podés recordar momentos en los que te sentiste así.
Cuándo: cuanto más temprano a la mañana, más fresca está la mente. La meditación en ayunas es la más potente y te dura todo el día. La idea es que puedas hacer una cada dos o tres horas.
En todos los casos, la respiración es un paso anterior y fundamental para poder calmar la mente y lograr la concentración. También aquí hay diferentes técnicas y tipos de respiraciones, pero lo importante es que te concentres en ella. Ya sea rítmica o no, focalizate en cómo el aire entra y sale por tus fosas nasales. De esa manera, la mente dejará de estar saltando del pasado al futuro y del futuro al pasado, y se situará en el presente, en el aquí y ahora. De a poco tu respiración se irá calmando y sentirás una relajación que te permitirá ir al siguiente paso: la meditación.
Por Verónica Salatino

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