jueves, 29 de noviembre de 2012


"En tanto que criaturas vivas, estamos inmersos en un océano
fluídico que la Ciencia iniciática denomina «la luz astral».
Esta materia fluídica es tan sensible que todo se imprime en
ella. La más insignificante de nuestras acciones, la más ligera
de nuestras emociones, el más fugaz de nuestros pensamientos,
deja una impronta como una onda que se propaga hasta los confines
del universo, es decir hasta los límites del zodiaco.
El recinto del zodiaco representa simbólicamente las fronteras
que Dios ha trazado para contener el mundo manifestado. Es por
ello que ciertas tradiciones han asimilado también el zodiaco a
una gran serpiente que rodea el mundo en el bucle de su cuerpo.
Si el destino es tan implacable, es porque todos nuestros
pensamientos, todos nuestros sentimientos, todos nuestros actos,
tantos los buenos como los malos, quedan inscritos en este
océano fluídico del cual no podemos escapar, y que un día u
otro acaban por alcanzarnos."

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