jueves, 13 de septiembre de 2012

No podemos cambiar nada

w (193)
Partimos de un error de concepto cuando de pronto, por desesperación o en un acto de “iluminación”, decidimos que queremos cambiar.
“Cambiar”, tal como lo entendemos habitualmente, se refiere a dejar de ser el modelo que estamos siendo para ser otro modelo que aparenta ser perfecto o, por lo menos, bastante mejor.
Pero no nos estamos proponiendo ser nosotros mismos, sino ese Yo Ideal que representa ser la excelencia, la perfección, lo correcto, lo que estaría bien visto y socialmente aceptado, o lo que creemos que nos haría sentirnos bien.
Y vuelve a ser otro error.
Si, por ejemplo, una persona es un poco desordenada, y le llaman la atención por eso, puede sentir que tiene que ser muy ordenada, para que los otros la aprecien o, simplemente, porque piensa que puede estar equivocada con su sentido del orden y acepta el dictamen de los otros.
Entonces se propone ser muy ordenada.
Tan ordenada que puede caer en un fanatismo exagerado, obsesivo, que llegará a molestar a los otros –los mismos que querían que cambiase-, y ella no estará cómoda con ese orden en el que no se siente bien.
Lógicamente, este cambio se volverá contra ella y tendrá que empezar a arreglar su “nuevo problema”.
Ha buscado, equivocadamente, ser lo exageradamente opuesto a lo que estaba siendo, y no un poco más o un poco mejor, que sería más adecuado.
Muy pocas personas son “ellas mismas” ya que, generalmente, somos el resultado de la educación y enseñanzas que nos dieron, y nos aproximamos bastante a quienes nos dijeron que teníamos que ser. Que, por supuesto, no somos nosotros mismos.
No hay que cambiar: hay que dejar de ser quien se está siendo, y buscar y encontrar el que realmente se es. (Supongo que la diferencia la conoces: quien uno ES, lo es en esencia, y, por lo tanto, es real, natural y puro; quien uno ESTÁ SIENDO es el que se manifiesta, al que añadieron un personaje y se muestra y actúa como tal.)
En realidad, no se trata de cambiar, sino de quitar.
De deshacerse de todo lo que uno lleva encima de quien realmente es.
De renunciar a lo que no somos de verdad.
Cuando se quitan los miedos, las pre-ocupaciones, los traumas, las mentiras, las apariencias, el ego, el maquillaje social, el personaje que transmuta en función de con quién esté… sólo queda quien uno es en realidad.
Al ser criaturas de Dios, puros, y no tener entre los ingredientes originarios la maldad ni los miedos, ni la necesidad de aparentar ni el afán de perjudicar a los otros, todo lo que queda después de deshacernos de esos añadidos es la nobleza y la bondad.
Porque así hemos sido creados, o con esa naturaleza nacemos: desprovistos de malignidad, inocentes como niños, hermanos del resto de la Humanidad, sin pecado…
Uno de los modos de averiguar en qué o cuándo no somos nosotros mismos, consiste en estar atento (El Yo Observador, el que se da cuenta de lo que hacemos-pensamos-sentimos, siempre vigilante…) y preguntarnos conscientemente: ¿Por qué he hecho esto?, ¿Por qué procedo así?, ¿Quién decide dentro de mí?, ¿Procedo por libre voluntad y deseo, o sigo unas pautas cuyo origen desconozco?
Si no encontramos una respuesta plenamente satisfactoria, en la que comprobamos que es nuestra propia y consciente decisión, veremos que estamos actuando siguiendo un modelo que nos han inculcado sin haberlo revisado por nuestra parte.
No hay que cambiar nada: hay que dejar de tener una reacción ante cada acción sin revisarla previamente –porque puede no ser la adecuada al momento o la circunstancia, porque puede estar ya caducada, porque puede ser la respuesta de otro y no la propia-; hay que decidir por uno mismo en cada ocasión; hay que revisar los modelos y comprobar el que seguimos por inercia o costumbre, deshacernos de él, y descubrir quiénes somos realmente.
Una vez hecho esto, sólo queda batallar un poco con la incomprensión de los otros –a los que les costará aceptar que no somos como ellos esperan, sino que somos nosotros mismos- y empezar a vivir en la tranquilidad serena que aporta el estar en paz con la propia conciencia tras haber aceptado quienes somos de verdad y mostrarnos como el que de verdad somos y siempre debiéramos haber sido.
¿Cómo se descubre “quién soy”?
Sencillo: observarse, preguntarse directamente y responderse con sinceridad.
Y una vez hecho esto comienza una tarea de Crecimiento Personal para lograr, realmente, Ser Uno Mismo.

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho tu articulo, es verdad que nadie tiene derecho a decirnos como somos o debemos ser. Cada uno de nosotros es diferente y peculiar, pero somos nosotros mismos los que con el tiempo nos damos cuenta que es necesario cambiar algunas cosas de nuestra vida para así evolucionar, pero ese acto no tiene que venir de otra raíz de no sea desde nuestro interior, lo demás nos verán como ellos quieran vernos, pero el camino que debemos recorrer ese solo lo podemos hacer nosotros individualmente y cuando sentimos que ha llegado el momento adecuado para salir y transmutar.Besos.

    ResponderEliminar

Si consideras que te ha gustado o simplemente no te gusta lo que esta aquí escrito házmelo saber, me ayudara a superarme.