miércoles, 16 de mayo de 2012

Honrar el libre albedrio del niño


Un niño es un ser humano pequeño, aunque a veces tenemos la tentación de pensar que viene vacio y que nosotros somos los encargados de convertirlo en ser humano. Un niño trae toda la información necesaria para vivir su vida: sus dones, su misión de vida, sus tareas pendientes (karma) y sus inquietudes para experimentar. Nosotros seremos los acompañantes de su viaje, más que los encargados de convertirlos en alguien.
La vida que viene a desarrollar el niño, está guiada por la providencia. De esta manera, los padres somos los facilitadores de sus experiencias. Sea cual sea nuestro papel, este siempre será el más adecuado. A veces sentimos mucha responsabilidad, preocupación y quizás culpa, pero todo está perfecto así como se dé. Ninguna circunstancia se debe a la suerte o la mala suerte. Todo tiene un trasfondo de mucha significación. Podemos estar tranquilos sabiendo que no estamos solos en esta increíble y hermosa tarea que a veces nos angustia.
La evolución nos va empujando a estar cada vez más enfocados a descubrir lo que somos y en eso no tenemos ninguna duda. Hemos evolucionado lentamente, pero lo hemos hecho y aun falta mucho por descubrir. Los niños son portadores de los nuevos avances, son el relevo de los que ya hemos venido y son la esperanza de seguir con los cambios para el bienestar de todos. Nosotros podemos tratar de detenerlos o podemos apoyar su fabulosa función.
Tratar de detener la evolución será una tarea fútil. Ella es muy inteligente y se las arreglará para que eso no suceda. Apoyar y favorecer los cambios es la única posibilidad y en eso los niños llevan la voz. Nosotros podemos honrar su presencia y su función tan importante para la humanidad.
Honrar el libre albedrio de los niños significa tratarlos como un ser humano importante, escuchar sus inquietudes, atender sus necesidades, acompañarlos en sus proyectos, respetar sus anhelos, ayudarlos a desarrollar sus sueños. Sus sueños son el medio de comunicación que tienen con la energía universal, son su guía y su bandera. Respetar sus sueños es respetar el orden divino.
Nuestra tarea puede enfocarse a esa sensibilidad para escuchar lo que necesitan para desarrollar sus sueños. Escucharlos no tan solo significa escuchar a aquellos niños que se encuentran felizmente encaminados en su misión de vida, sino también, significa escuchar a aquellos niños que se encuentran perturbados, confundidos, reprimidos y heridos. Estos niños también tienen mucho que decir. Ellos tienen una verdad que enunciar al mundo y un concepto de cambio que no ha sido escuchado.
431413Los niños que se encuentran perturbados a tan temprana edad están informando con voz muy fuerte que los estamos olvidando, estamos dejando de considerar lo que ellos necesitan, estamos desatendiéndolos y dejándolos separados para que no puedan afectar a los demás. Quizás sean ellos los que tengan el mensaje más claro del tipo de cambios que nosotros como padres y como sociedad necesitamos aceptar y permitir. Quizás sean ellos los que debieran ser atendidos con mayor prioridad. Quizás sean ellos los que nos están mostrando lo más urgente que mejorar. Ellos son el fruto de lo que hemos construido y querer separar los ojos para dejar de considerarlos es una muy poco acertada salida.
Estos no solo son los niños de familias marginales o que viven en pobreza. También son niños que teniendo a sus padres, sus atenciones y sus necesidades mínimas cubiertas, carecen del respeto de su Ser. Son aquellos a los cuales no se ha honrado su libre albedrio solo porque son niños.
Respetar el libre albedrio de los niños los prepara para que cuando sean adultos tengan la posibilidad cierta de decidir por sí mismos, guiados por una ética moral justa. Hasta la fecha muchas personas piensan que si no encierran a los niños dentro de ciertas estructuras aceptables por la sociedad, ellos corren el riesgo de separarse de lo ético y lo moral. Sin embargo, las evidencias son incuestionables, mientras más respetemos sus propios intereses, ellos más respetaran los intereses de los demás, creando una corriente de bienestar.
Los niños que han sido sometidos a fuertes restricciones emocionales y físicas no se sentirán seguros cuando adultos. Sus decisiones no serán tomadas desde la madurez y la responsabilidad. Ellos pueden convertirse en adultos tímidos, influenciable por los demás, vulnerables o violentos, que no tendrán el equilibrio para decidir por su bien ni por el bien de los demás.
Respetar el libre albedrio de los niños puede resultar un poco complejo si nosotros mismos, los padres, no fuimos respetados en la infancia. La tarea se facilita enormemente si prestamos atención a sus expresiones físicas, especialmente en sus rostros. No es difícil darse cuenta cuando un niño se siente bien y cuando se siente mal. Podemos creer que no es posible librarlos de ciertas circunstancias, pero siempre existe una alternativa para hacer las cosas más sencillas y más agradables. Los padres podemos buscar y buscar las soluciones (cada vez hay más alternativas) hasta encontrar la mejor manera de hacer que nuestros hijos crezcan felices y fuertes emocionalmente.
Podemos prestar más atención cada vez que decimos a nuestros hijos: eso no se dice, eso no se hace, eso está mal. ¿Será eso verdad?
Patricia González

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