miércoles, 18 de abril de 2012

Primero yo, luego el mundo

El carácter de nuestro mundo cambia lentamente.  "¡La libertad y oportunidad personales!" se vuelven el clamor de la gente en los países alrededor del mundo.  En algunos de esos países, el clamor por la libertad ha sido suprimido por mucho tiempo, pero ahora comienza a ser oído.  La norma del cambio es, por lo general, que algunas personas valerosas se levantan y siembran la semilla del deseo de libertad y de expresión en las mentes de miles.  Luego, el gobierno sofoca a esos líderes sin comprender que la idea de libertad se vuelve el tópico de conversación entre la gente.  Finalmente, la mayoría cree que la oportunidad y la expresión son su derecho.  El próximo paso es la revolución.  En el pasado, la libertad surgió a través del derramamiento de sangre.  Tal vez ahora evolucionemos más allá del conflicto armado.
¿Y cómo sucedió todo eso?  Alguien se dio cuenta de: Primero yo, luego el mundo.  La gente que comprende verdaderamente este principio, no resiste.  Gandhi sabía que los corazones y mentes de la gente eran el lugar de nacimiento de la libertad.  El esperaba que el imperio británico se fuera de la India sin violencia.  Esto no sucedió literalmente, mas no hubo guerra.  La gente encontró libertad en sí misma y su país fue liberado.
Un día trajeron a Jesús una mujer que había sido sorprendida en el acto de adulterio.  Los hombres que trajeron a la mujer sabían que la ley judaica exigía que se le diera muerte, y estaban preparados para llevar a cabo la condena.  Jesús se inclinó hacia el suelo con humildad y dijo: "El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella" (Juan 8:7).  Los hombres dejaron caer las piedras y se fueron lentamente, uno por uno.  Luego Jesús habló a la mujer.  Sus palabras finales fueron:  "Vete, y no peques más" (Juan 8:11).
Jesús hizo más que pedir a la mujer que abandonara esa conducta que estaba perjudicándola.  La vida de la mujer no podía cambiar hasta que ella cambiara en su interior.  Entonces, al ser una persona diferente, no pecaría más.  Siempre es necesario volvernos una creación nueva.  Llegamos a ser diferentes y después, naturalmente, vemos un mundo distinto.
Esto no quiere decir que nos sentemos ociosamente hasta que cambiemos, sino que recordemos que las acciones auténticas proceden de una conciencia espiritual.
Ten la bondad de aprender de memoria la afirmación de hoy:

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