martes, 26 de julio de 2011

La oración (2º parte)



Oración: Es una petición, súplica o ruego dirigido usulmente al Creador para la concesión de un favor especial. En muchos casos, las leyes y principios divinos implícitos en la concesión del favor que se pide, son ignorados o descuidados completamente por parte del peticionario. Ni aún la neglicencia, la ignorancia o la premeditación las abrogarán, ni disminuirán en lo más mínimo su eficacia, o reducirán su operación.
Dios, en su sabiduría, decretó y estableció ciertas leyes de operación universal, de modo que pudiera haber sistema y orden en el mundo. Tales leyes son aplicables a todo, y son inviolables; por tanto, cualquier oración que no llene los requisitos de tales leyes,  no será respondida porque si Dios pudiera o no responder a todas las oraciones, independientemente de su motivo y propósito, resultaría el caos.
El Místico sabe que, si bien puede hacer una petición para cualquier propósito, tiene que basar su oración en aquello que esté en concordancia con los ideales divinos. Por tanto, el Místico pide primero, no que su oración o ruego sea concedido, que su plegaria sea escogida entre todo un mundo de plegarias para satisfacerla, sino que se le dé Luz y comprensión de las leyes implícitas en la concesión del ruego y de las consecuencias que provienen de su cumplimiento.
Seguidamente el místico se asegura de que su plegaria sea altruista. No es necesario que sea altruísta por completo, pero debe serlo en más de la mitad, como en el caso que se piden beneficios y bendiciones para nosotros mismos.
Es correcto pedir éstos cuando los deseamos para capacitarnos mejor con el objeto de servir a otros. Habiendo pedido comprensión de las leyes y decretos divinos, habiendo pedido que se nos muestre si es correcto que expresemos nuestra petición, habiéndonos asegurado de que nuestra plegaria es, en su análisis final, altruista en naturaleza y propósito, procederemos a expresarla, con un sentimiento de confianza.
Éste sentimiento de confianza no es un imposible, puesto que nuestra plegaria está hecha en armonía con el esquema divino, llena los requisitos de las leyes y está basado en el altruísmo, hallaremos que no hay nada que nos impida sentir que obtendremos el objeto de nuestra petición, desde el momento en que estamos haciendo todo lo que es posible para cumplir los requisitos impuestos.
Y así, habiendo obtenido nuestro sentimiento de confianza y sabiendo que nuestra plegaria será concedida, expresamos nuestras gracias por la concesión, puesto que bajo estas circunstancias, "ya está concedida"
De lo que antecede puede no resultar aparente el porqué tan a menudo una plegaria no es respondida.
Dios, en su misericordia rehusa corresponder a nuestro ruegos, porque sabe cuan grandes podrian ser nuestras penalidades, para nosotros, si El quisiera y pudiera abrogar sus propias leyes para conceder nuestras peticiones por mucho que nos atormente la necesidad desde nuestro punto de vista humano.
Pero un ruego que llene nuestros requisitos y normas del Creador, será concedido, porque, cuando se concede, añade algo al mejoramiento general, no sólo del individuo, sino del mayor número de ellos.
Otra característica maravillosa que debe notarse, de basar una plegaria de acuerdo con los principios divinos,es que se nos indican los modos, maneras y medios de ejecutar el ruego y procedemos a demostar que "Dios ayda a quienes se ayudan así mismos".

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