jueves, 2 de junio de 2011

El pueblo que serpentea hacia el mar



Parecía imposible que justo ahí, en el finito espacio existente entre la ria y las colinas que chocan contra el mar pudiera surgir un pueblo. Parecía imposible pero, sin embargo, ocurrió.
Nacida en el siglo XVI, la localidad pesquera de "Ea" sorprende por infinitas razones. La primera, su singular fisonomía, adaptada a las excentricidades del puerto natural sobre el que se asienta.
La segunda, porque fue, durante siglos, un pueblo con dos cabezas pensantes: la barriada de Bedaroa y la de Natxitúa. Cada una tenía su propia iglesia y su propio órgano de gobierno, pero ambas compartían el interes común por faenar en aguas el Cantábrico.
Al final, tanto un distrito como el otro acabaron uniéndose en el siglo XIX, conformando , lo que, oficial y oficiosamente es este villerrio de escueto nombre.
A día de hoy, algunos rincones de Ea permanecen igual que hace 100 años: asi, ocurre, en callejuelas, muelles, y puentes; en las embarcaciones del puerto que embarrancan en la arena con la bajamar; y en sus playas, tímidas y coquetas, que dan el último adiós a la ría homónima antes de perecer.
"Escondida entre pliegues de Arena y Montaña, la Villa de Ea evoca el reverso marinero de Euskadi, aquel que se sazona con redes de pesca, muelles húmedos y botes varados".

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